viernes, 28 de septiembre de 2012

La boca grande....el cerebro chico

La Diputada Lubertino es noticia una vez mas, no por sus proyectos sino por sus comentarios y por sus polemicas ideas. 
En este blog, el 11 de agosto de 2011, hicimos mención a sus dichos .


A continuación un resumen que compartió en Facebok Humberto Bonanata

jueves, 27 de septiembre de 2012

Medio pan y un Libro



“Medio pan y un libro”…

Alocución de Federico García Lorca al pueblo de Fuente Vaqueros, Granada, en septiembre de 1931:

“Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí.
«Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre», piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía.
Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.







“Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.









“No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. 

Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos.

Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.


“Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?





¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: «amor, amor», y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras.


Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: «¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!».








Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.



"Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: «Cultura». Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz“.





















El lunfardo

El Dr. Conde visitó Radiodifusión Argentina al Exterior y con el conversamos sobre su libro.





lunes, 24 de septiembre de 2012

Héctor Larrea visitó R.A.E.

El 10 de noviembre de 2011 Héctor Larrea visitó el Estudio de Radiodifusión Argentina al Exterior.
Miriam Turkula, Gustavo Ríos y Leonardo Liberman conversaron animadamente con este referente de la Radio en La Argentina. Durante la charla se tocaron varios temas.


[audio="http://www.ivoox.com/entrevista-a-hector-larrea-10-noviembre-de_md_1449393_1.mp3"] Ir a descargar








jueves, 20 de septiembre de 2012

Malvinas. Historias en la radio

David Hollander es Locutor Nacional y trabajó muchos años en LRA1 Radio Nacional. Entre sus múltiples actividades se desempeño en Radiodifusión Argentina al Exterior. En ésta entrevista comenta detalles sobre su trabajo profesional durante el conflicto de Malvinas


miércoles, 19 de septiembre de 2012

Carlos Gardel


El 13 de septiembre, visitaron el Estudio de Radiodifusión Argentina al Exterior los autores del libro El Padre de Gardel editado por Proa. Con Miriam Turkula los entrevistamos y a continuación la charla que mantuvimos.

Leonardo Liberman - Monique Ruffié - Miriam Turkula - Juan Carlos Esteban - Georges Galopá


Articulo publicado en 19 de septiembre de 2012 en el Diario La Nación www.lanacion.com
Fin del misterio: muestran la partida de nacimiento de Gardel
En una investigación de más de diez años, editada en el libro El padre de Gardel, se devela la procedencia de "el Zorzal criollo" y la difícil vida de su madre soltera
Por Verónica Dema  | LA NACION
 La tumba de Carlos Gardel, en el cementerio de la Chacarita. Foto: Archivo / LA NACION
Varios países quieren atesorar para sí la nacionalidad de Carlos Gardel, cuya voz fue declarada "memoria del mundo". ¿Francés, argentino, uruguayo? Después de diez años de recabar documentación y entrevistas en los tres países, un grupo de investigadores dieron con la partida de nacimiento de "el Zorzal criollo" y lo publicaron en el libro Allí El padre de Gardel (Proa Amerian Ediciones). se muestra que Charles Romuald Gardes -su nombre de nacimiento- fue inscripto el 11 de diciembre de 1890 en el registro civil de Toulouse, en Francia.
Los autores del libro, el argentino Juan Carlos Esteban y los franceses Georges Galopa y Monique Ruffié, dialogaron con LA NACION en su visita a la Argentina, donde hace pocos días presentaron su obra. En su investigación revelan que Gardel se vino al país a los dos años y tres meses en brazos de su madre, Berthe Gardes, quien fue expulsada de su familia en su país de origen por ser madre soltera, un pecado imperdonable, una vergüenza en aquella época. De allí que la patria adoptiva de Gardel fuera la Argentina, país que le dio su ciudadanía y residencia hasta su temprana muerte, a los 45 años, en un accidente aéreo en Colombia.
En esta entrevista también aclaran la confusión con su supuesta nacionalidad uruguaya, repasan la vida de su presunto padre, el francés Paul Jean Lassere, quien además de Charles Romuald tuvo otros dos hijos naturales, cuentan por qué pasó buena parte de su vida preso, qué dice su testamento y tantas otras cuestiones, todas documentadas en este libro.
-¿Cómo se les ocurrió investigar sobre la vida de Gardel?
- Juan Carlos Esteban: Parte de una añeja polémica, superada por la historia y por la documentación jurídica que conseguimos, acerca del origen geográfico del nacimiento de Carlos Gardel, por un lado, y de la paternidad de él por otro. Fundamentalmente nos propusimos analizar la genealogía de Gardel a partir de la madre. Nos centramos en aquellos elementos que tuvieran una documentación de base jurídica a partir de los dos juicios sucesorios: uno se suscitó a partir de la muerte de Gardel, en 1935, y otro en 1936 en Uruguay, donde tenía propiedades. La madre promovió el juicio sucesorio y se buscaron antecedentes de su nacimiento y registro en Toulouse.
- ¿Qué partida de nacimiento encontraron?
- J.C. Esteban: El nació en Toulouse. Se vino a la Argentina a los 2 años y 3 meses, en 1893, con su madre. No hay registro de más acompañantes.
- ¿Por qué existe la confusión con Uruguay?
- J.C. Esteban: Eso viene mucho después. Gardel nació en 1890 y, cuando en 1914 se declara la Primera Guerra Mundial, él tenía 24 años y era ciudadano francés en la Argentina entonces hubiera tenido que concurrir al Consulado Francés para inscribirse y marchar al frente. Gardel, por su formación y porque se sentía eminentemente argentino, no tenía un sentimiento patriótico de compromiso con Francia. Sí lo tenía con la Argentina. Entonces, no concurrió a registrarse. En 1920 la compañía de Rosas lo convocó para viajar a España por una temporada teatral. El estaba indocumentado, porque el hecho de no concurrir a la embajada para registrarse como ciudadano francés le impidió recibir la cartilla militar y el registro en gendarmería.
Entonces, él decidió en 1920 inscribirse en el consulado uruguayo amparándose en una legislación muy particular para súbditos uruguayos residentes en otros países. Se registró como uruguayo nacido en Tacuarembó 3 años antes de su verdadero nacimiento: se anotó como nacido el 11 de diciembre pero de 1887. en vez de poner Gardes, se inscribió como Gardel, su nombre artístico.
- ¿Entonces se inscribe con una documentación fraudulenta?
- J.C.Esteban: Sí, por eso aparece Gardel anotado en Uruguay. Pero es una documentación apócrifa. Con eso él consigue que le den un certificado provisorio por un año como uruguayo, pero no está registrada en ningún libro esa documentación, no aparece ni en la embajada, ni en relaciones exteriores, ni en el ministerio del interior del Uruguay. Tampoco hay partida de nacimiento de ahí tampoco. La partida es de Toulouse.
- ¿Cuándo se hace ciudadano argentino?
- J.C. Esteban: Luego de eso fue al ministerio del interior, sacó cedula de identidad, pasaporte y certificado de nacionalidad argentino. Ahí se hizo ciudadano argentino.
               Galopa, Ruffié y Esteban, los autores del libro El padre de Gardel. Foto: LA NACION / Sebastián Rodeiro

- ¿Qué investigaron sobre el padre de Gardel?
- Monique Ruffié: En cuanto al padre, se comentaban cosas diversas de él. Circulaba el nombre de Paul Lassere y por eso lo investigamos. Nos entrevistamos con otra de sus hijas naturales, que sería media hermana de Gardel, y hoy tiene 93 años y vive en Toulouse. Ella tuvo dos hijos y cuenta que uno de ellos tiene la idea de hacerse un ADN porque dice que es familiar de Gardel.
- Georges Galopa: La investigación empezó hace casi diez años con contactos con amigos argentinos. Me pidieron que averiguara si este señor, presuntamente el padre de Gardel, había venido a Buenos Aires después de la Primera Guerra Mundial. Esto está contado al final del libro. No dimos con ningún registro que así lo acreditara.
- ¿Qué indicios los llevan a pensar que Lassere es el padre?
- J.C.Esteban: De dos lados. Cuando Bertha Gardes, la madre de Gardel que sobrevive a su hijo, muere ocurre algo: ella vivía con el matrimonio que fue el apoderado de Gardel; la esposa, Blanca Delfino, publicó un artículo en 1965 que revelaba que Bertha Gardes antes de morir le había dicho que el progenitor de Gardel había sido Paul Lasserre. En el libro consignamos ese artículo.
A partir de ese dato nos fuimos a buscar los antecedentes de presunto padre. Lo investigamos y miramos los servicios militares de él en Francia. Vimos que en el período en que estaba cumpliendo el servicio militar él estaba en Toulouse, donde vivía Bertha Gardes. Terminó el servicio militar y dos meses antes del nacimiento de Carlos Gardel se fue de la ciudad a Paris.
- M. Ruffié: Seguimos a esa persona e incluso tenemos el testamento y la sucesión de él. El reconoció a su primera hija natural, la segunda que tendría después no había nacido y no figura Carlos Gardel. Como nunca lo dijeron no podemos aseverarlo.
- G. Galopa: Sabemos que Gardel nació en un hospicio de madres solteras. La persona que declaró el nacimiento fue la comadrona, no el padre, que no estaba presente. Ella había nacido en Toulouse y vivió en varios lugares hasta que volvió a su ciudad a dar a luz.
                                                                    Carlos Gardel. Foto: Archivo / LA NACION
- ¿Por qué se vino a la Argentina?
- M.Ruffié: Hablamos con Fany, media hermana de Gardel, que nos reveló que hubo un problema de familia y se la echó de la casa, se la mandó lejos. La Argentina era un lugar que quedaba lejos.
- ¿Qué significaba ser un hijo natural en aquella época?
- G. Galopa: Las familias echaban a sus hijas, lo que seguramente sucedió con la mamá de Gardel. Era caer en desgracia tener un hijo ilegítimo
- ¿Cómo influyó en la música de Gardel este origen suyo?
- J.C.Esteban: El tango, entre otros ingredientes, fundamentalmente tiene un gran aporte inmigratorio. Y las corrientes inmigratorias de 1870 a 1920 se nutrieron de muchos concurrentes solos, que venían a hacer la cosecha agraria en la Argentina. Tenían siempre el sueño de volver. También había madres solteras que se radicaban acá. La sociología que da nacimiento al tango define ese tremendo drama y paradoja de la identidad a medias. Gardel la interpretó magníficamente. Por ejemplo, en Silencio, un canto a la paz y a la terminación de la guerra, canta a las madres que perdieron a sus hijos en la guerra, habla de Francia y hace un homenaje a su madre que fue inmigrante forzosa de una situación nada agradable en la Europa anterior a la guerra con persecuciones de todo tipo.
- ¿Por qué cayó preso el presunto padre?
- G.Galopa: Un mes después del nacimiento de Carlos Gardel el supuesto padre había ido a Paris, o sea, había abandonado a la madre y al hijo y ahí formó parte de un grupo de ladrones muy importantes. Fueron detenidos un año después por robos en tiendas de bebidas y también cajas fuertes.
                                    La tumba de Carlos Gardel, en el cementerio de la Chacarita. Foto: Archivo / LA NACION
- ¿En el testamento este hombre menciona a Gardel?
- No y tenía muchísimos bienes: cinco o seis casas. No se sabe cómo sumó tanto dinero. Tuvo varios oficios: tipógrafo, restaurador, contador, tuvo un bar.
- ¿Se casó legalmente con alguien?
- Sí, con una señora con algo de herencia, seis años más grande que él. Pero no tuvo hijos de ese matrimonio. Sólo tuvo dos hijas naturales y Gardel.
- ¿Qué se sabe de las mujeres de Gardel?
- J.C.Esteban: Era un hombre casado con su profesión y muy amante de su madre. Además, en aquella época se hacía un culto de la discreción con la mujer. Completamente distinto a ahora. El era muy reservado, trascendió muy poco su amor con Isabel del Valle, casi una acompañante que estuvo con él mientras no tuvo trascendencia mundial. Convivieron entre el 24 y el 32. La mostraba muy poco en público y muy pocos sabían de esa relación.
-¿Sienten que la muerte y el nacimiento de Gardel tienen algo de misterio?
- M.Ruffié: Cuando él falleció, su madre se encontraba en Toulouse se visitas. Ahí veo cómo se cierra un círculo: como una suerte de casualidad, ella recibió el nacimiento y la muerte de su hijo en Toulouse..

Otra mirada sobre Medio Oriente


Un excelente artículo de Carlos Alberto Montaner que echa por tierra los argumentos del llamado antisionismo, careta carnavalesca del antisemitismo más extremo.

Carlos Alberto Montaner es un periodista de origen Cubano que reside en Madrid y Miami. Es uno de los periodistas de habla Hispana mas respetados en la actualidad y sus artículos periodísticos aparecen a través de España y Latino América en forma regular. El señor Montaner no es judio.
Escribió recientemente entre otros periódicos en el Miami Herald. Sus artículos se publican en Ingles y en Español.

QUÉ SIGNIFICA ISRAEL PARA OCCIDENTE
por Carlos Alberto Montaner

Mis propias raíces

El primer vínculo es el parentesco cultural. Toda persona que reconoce que sus raíces están en Occidente debe admitir que la esencia moral de esa cultura se encuentra en la tradición judeocristiana.
Da igual que la persona sea creyente, atea o agnóstica (como es mi caso).
La noción del libre albedrío, el culto por la razón, la justicia y el diálogo, cultivado en las sinagogas, la hipótesis de que existen derechos naturales que no pueden ser conculcados por el Estado, el ideal de la libertad como valor supremo de la especie, la proposición de que es preferible la compasión y el perdón, provienen del legado judeocristiano con las adherencias que en el trayecto pudieron dejar el estoicismo y otras corrientes de pensamiento del mundo grecorromano.

Uno, siendo español o hispanoamericano, no puede recorrer Jerusalén y evitar percibir que está en un sitio propio con el que tiene unos profundos aunque remotos lazos históricos y personales.
Todo occidental educado y con nociones de historia sabe que tiene dos patrias: la suya e Israel.
Y esa sensación no se siente cuando se visita Pekín, Tokio, Bombay o cualquier ciudad que no haya sido
desovada por la matriz judeocristiana, luego fundida en el crisol grecorromano.

Todavía recuerdo con emoción unas Navidades pasadas en Belén junto a mi familia. Aunque todos, en mayor o menor grado, compartimos el agnosticismo y una cierta indiferencia frente a la proposición de que
existe algún tipo de vida más allá de la muerte, disfrutamos intensamente la compañía y los villancicos entonados por miles de peregrinos cristianos procedentes de diversas partes del mundo.

Me horroriza pensar que el corazón moral de Occidente, tanto por lo que tiene de judío como de cristiano (que es sólo otra forma de ser judío), pueda algún día ser barrido del planeta como sucedió con los
sumerios o los fenicios. Lo vería como una mutilación de mi propia historia, de mi propia identidad.

Una deuda moral
En cuanto al Israel moderno, que tal vez me interesa más que el antiguo, me atan algunos elementos de carácter ético. Creo que Occidente tiene una enorme deuda moral con el pueblo judío. Es verdad que los nazis fueron los responsables directos del Holocausto.
Salvo algunos canallas, nadie medianamente informado pone en duda que 6 millones de judíos fueron asesinados en los campos de exterminio nazis. Pero no es menos cierto que en Occidente los líderes y los pueblos prefirieron mirar hacia otra parte mientras Hitler y el resto de esa feroz tribu ideológica planeaba y ejecutaba la masacre.

Bastaba la lectura de Mi lucha, publicado en los años 20, para predecir la catástrofe. Tras llegar Hitler al poder, las leyes antisemitas fueron proclamadas en Alemania en 1935. En noviembre de 1938 las turbas nazis llevaron a cabo lo que se conoce como “la noche de los cristales rotos”, monstruoso pogromo efectuado en varias ciudades de Alemania y Austria contra los judíos, culminado con el asesinato de un centenar de personas indefensas y el internamiento de decenas de miles de judíos en campos de concentración.

Ante estos hechos, ampliamente reportados por la prensa, lo que hizo Occidente, en general, fue cerrarles la puerta a los emigrantes judíos, aunque, en ciertos casos, los estafaban o engañaban, y era frecuente que diplomáticos inescrupulosos les vendieran las visas o los documentos de viajes a personas desesperadas que se veían obligadas a abandonar sus posesiones para escapar de las persecuciones.

En mi país de origen, Cuba, en 1939, poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, se dio el caso vergonzoso de rechazar un barco, el Saint Louis, en el que llegaron a La Habana casi 1000 refugiados judíos provistos de visas ilegalmente vendidas por funcionarios corruptos a 500 dólares cada una, cantidad muy apreciable para le época.

Los asustados pasajeros del San Luis no pudieron desembarcar en la Isla, dado que el gobierno del presidente Laredo Bru se negó a aceptarlos, pese estar perfectamente documentados, ni tampoco pudieron
poner pie en la Florida, en Estados Unidos, porque el presidente Roosevelt llegó a la conclusión de que era políticamente contraproducente. El barco regresó a Europa y el 80% de esos judíos luego fueron asesinados en los campos de concentración.

Es ingenuo pensar que los gobernantes de la época no sabían lo que estaba ocurriendo en las zonas ocupadas por los nazis. La verdad es que no les importaba demasiado porque, al fin y al cabo, discriminar, perseguir, maltratar, expulsar y hasta matar judíos fue una actividad usual en prácticamente todo el ámbito de occidente durante muchas centurias.

Quienes no vivieron durante la Segunda Guerra Mundial ni fueron simpatizantes de los nazis, ni practicaron forma alguna de antisemitismo, pudieran alegar que no sienten ninguna responsabilidad con esos hechos y, por lo tanto, no están obligados a ninguna reparación material o moral.

Pudiera ser, pero el mundo sería un lugar un poco más decente si alguien les pide perdón a las víctimas de las grandes injusticias. Los papas del siglo XX nada tuvieron que ver con la persecución a Galileo, pero la Iglesia Católica ha hecho muy bien en reconocer los crímenes de la Inquisición y rogar que excusen aquellos bárbaros atropellos.

Los armenios del siglo XXI no son los que sufrieron los crímenes de los turcos a principios del siglo XX, pero insisten en que ese viejo y ya raído ex imperio, hoy gobernado por personas que no habían nacido
cuando se cometieron aquellos crímenes, les pidan perdón por lo que les hicieron a sus antepasados.

Si tenemos memoria histórica y aceptamos, para lo que nos honra y beneficia, que pertenecemos a una civilización que ha dado a Sócrates, a Maimónides o a Leonardo, lo honrado es también reconocer en ella la
dotación de verdugos y gentes despreciables como Hitler o Stalin que nos han acompañado en el trayecto infectándolo con sus crímenes.

La judería extinguida

En todo caso, el reconocimiento de la negligencia, la apatía y la indiferencia cómplice de Occidente ante el holocausto judío, debería ser también el punto de partida de una reflexión sobre el daño intelectual y económico que todos sufrimos con la pérdida de la judería europea, especialmente la compuesta por los científicos, pensadores y artistas congregados en Alemania, Austria, Hungría y Checoslovaquia, sin menoscabo de reconocer también el perjuicio terrible infligido a los judíos polacos y ucranianos, mucho menos evolucionados culturalmente, aunque numéricamente mayoritarios.

Si algo sabemos con bastante precisión del desarrollo de las  sociedades, es que éste está íntimamente ligado a la existencia de  clusters que impulsan el progreso o el arte mediante espasmos creativos colectivos como los que sacudieron la Florencia de los Médici, el Madrid del Siglo de Oro, la Escocia ilustrada del siglo
XVIII o el llamado Silicon Valley en la California de las últimas décadas, por consignar algunos ejemplos, aunque sólo sea porque la concentración de talento potencia, fecunda y estimula la actividad del genio individual.

Pues bien, la concentración de talento judío en Europa central desde mediados del siglo XIX hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, en un fenómeno casi único en la historia técnica y científica
contemporánea.
Personas como Einstein o Freud, por sólo mencionar dos entre cientos de nombres que pudieran figurar en la lista, hicieron aportes fundamentales para beneficio de toda la humanidad, pero esa inmensa fragua del pensamiento, de la que todos nos beneficiábamos, fue barrida y borrada del mapa por la furia nazi, con lo cual todos salimos perjudicados.

No es verdad que en los campos de exterminio sólo padecieron los judíos y otras minorías como los gitanos y los homosexuales: con la desaparición de la intelligentsia judía europea todos salimos inmensamente perjudicados.
Al liquidar ese inmenso y fecundo cluster se le hizo a la humanidad un daño irreparable. Toda Europa ha podido restañar las heridas, todas las ciudades han sido reconstruidas, incluso las que fueron demolidas hasta los cimientos por los bombardeos, pero sólo una pérdida ha sido permanente: la inmensamente creativa judería europea.
Un nuevo cluster

Sin embargo, con el paso del tiempo, lo que la locura y la vesania nazis destruyeron en Europa, renació paulatinamente en el Medio Oriente por el esfuerzo de los judíos, muchos de ellos supervivientes del Holocausto, quienes llevaron a Israel los métodos, los conocimientos y las mejores tradiciones académicas europeas, echando las bases en el nuevo país de una sociedad amante de la investigación y la ciencia.

Israel es hoy un asombroso foco de iniciativas técnicas y científicas, un extraordinario laboratorio de ideas que luego se materializan en artefactos, sustancias o servicios que mejoran y alargan la calidad de vida de los seres humanos.
El milagro insensiblemente aplastado de la judería europea ha vuelto a florecer en Israel de manera creciente a partir de 1948, pese a la enorme cantidad de problemas que el joven estado israelí ha debido afrontar: guerras devastadoras, la llegada de millones de inmigrantes, la falta crónica de agua, y hasta la resurrección de una lengua prácticamente muerta, el hebreo, idioma que a principios del siglo XX hablaban muy pocas personas porque rara vez se utilizaba fuera del ámbito litúrgico.

Esa es otra de las razones por las que a mí, habitante de Occidente, me interesa sobremanera que los ciudadanos del estado de Israel continúen pensando y trabajando. Cada hallazgo científico que realizan, cada innovación técnica que concretan, cada empresa que consigue convertir en éxito económico esa innovación técnica o ese hallazgo científico logrados en su país, son elementos de los que me beneficio como usuario o consumidor en la otra esquina del planeta.

Es como si el mundo dispusiera de un enorme think-tank compuesto por millones de personas, por el que nada tiene que pagar hasta que no nos presenta resultados positivos en forma de bienes o servicios. Esas
universidades israelíes, esos institutos y centros de investigación, esas empresas que se incuban en Israel y luego saltan a la Bolsa, forman parte de un inmenso capital del que nos beneficiamos todos, como se beneficia la memoria de un computador por el auxilio de un disco duro externo, por decirlo en términos rabiosamente contemporáneos. Dudo que exista en el mundo, medido en términos relativos vinculados al número de habitantes, un cluster científico y técnico tan productivo y tan densamente constituido como el de Israel.

Al margen del horror que me produce saber que hay gobiernos decididos a repetir el genocidio nazi y “echar los judíos al mar”, como cada cierto tiempo amenaza el señor Ahmadineyad, dictador de Irán, siento que un crimen de esa magnitud, como ya sucedió en el siglo pasado, si se llevara a cabo me perjudicaría  tremendamente en el terreno individual, aunque yo no sea judío ni viva en Israel.
Es imposible cuantificar el daño que se le hizo a la humanidad con el Holocausto, pero me temo que si algo así volviera a suceder, esta vez en Israel, los perjuicios que todos sufriríamos serían aún mayores.

Israel como Benchmark

Israel es, además, un extraordinario benchmark para poner a prueba nuestras ideas sobre el desarrollo económico, la convivencia democrática y el cambio político.
Tras la experiencia israelí no es posible seguir culpando a la falta de recursos naturales de la relativa pobreza latinoamericana. Pocos países como Israel han sido tan pésimamente favorecidos por la naturaleza para alcanzar la prosperidad. Sin embargo, el ingreso per cápita es de 30.000 dolares anuales, cifra que duplica el de Chile, país que está a la cabeza de América Latina en ese rubro.

A partir del caso de Israel, tampoco es permisible imputarle la miseria a la escala de la economía. Israel es un pequeño mercado de 8 millones de habitantes, rodeado por países hostiles con los cuales apenas realiza intercambios.
No forma parte de grandes bloques comerciales como la Unión Europea, el Mercosur o el Tratado de Libre Comercio que vincula a México Canadá y Estados Unidos. Tiene y procura, eso sí, acuerdos comerciales con la Unión Europea, Estados Unidos y con cualquier país con el que pueda realizar transacciones económicas mutuamente beneficiosas.

Para colmo de males, Israel debe invertir en su defensa el 7.3% de su Producto Interno Bruto, lo que lo convierte en el sexto país del mundo que proporcionalmente más gasta en defensa, recursos que se desvían de otras áreas en las que pudieran generar riqueza, pero las tres grandes guerras que ha sostenido con los vecinos árabes, más las intervenciones militares en Líbano o en la Franja de Gaza, hacen inevitable esas erogaciones. Como punto de comparación, Estados Unidos, pese a librar guerras en Irak y Afganistán, sólo gastan en Defensa el 4% de su PIB.

Por otra parte, cuando nos dicen que el desarrollo es muy difícil o imposible en sociedades que padecen grandes tensiones y conflictos, es inevitable recordar el caso de Israel.

El pequeño país es una democracia libre, plural, sometida a elecciones periódicas, con poderes independientes celosos de su autoridad, dotada de un sistema judicial capaz de encarcelar al presidente, a los
ministros o a cualquiera que viole la ley, porque todos tienen que subordinarse al Estado de Derecho y a las reglas generales que se han dado libremente la comunidad.

Es verdad que la minoría árabe-israelí tiene algunas dificultades que no padece la mayoría judía, pero también es cierto que esos árabe-israelíes forman parte del parlamento, acuden a las mismas instituciones en las que estudian los judíos, tienen sus órganos de expresión, poseen libremente sus templos religiosos y las mujeres de esa etnia son las más libres de todo el mundo árabe.

Mientras en el vecino Egipto el 90% de las mujeres sufren la ablación genital y deben aceptar en silencio la poligamia, las humillaciones o las palizas conyugales prescritas en el Corán para mantener la autoridad del pater familias, en Israel impera la igualdad de sexos ante la ley y la protección de la mujer frente a cualquier “abuso de género”.
A dónde quiero llegar es al siguiente extremo: en Israel se desmiente la hipótesis de que el desarrollo impetuoso sólo es posible con gobiernos fuertes y con mano de hierro. No es verdad. Una democracia liberal como es Israel, gobernada por coaliciones débiles que gozan de exiguas mayorías parlamentarias, puede alcanzar altísimos niveles de progreso si la clase dirigente se somete al imperio de la ley.

Tampoco es cierto que los grandes cambios sociales exijan revoluciones frecuentes. Desde su fundación en 1948, el estado de Israel ha hecho la más profunda de las transformaciones políticas sin destruir el
andamiaje institucional, recurriendo solamente a la persuasión y a la regla de la mayoría.

Me explico. La mayor parte de los fundadores del Estado de Israel, aunque eran profundamente demócratas, soñaban con un modelo productivo colectivista basado en la asociación voluntaria que se daba dentro de
los kibutz, en el que las organizaciones sindicales tenían un peso decisivo. Si alguna vez ha existido en el mundo contemporáneo un socialismo democrático, era el que predicaban y practicaban los israelíes que fundaron, primero el Hogar Judío soñado por Teodoro Herzl, y luego el estado de Israel creado por la generación de Ben Gurion.

Pero el tiempo, la experiencia, las oleadas de inmigrantes y las circunstancias fueron cambiando a los israelíes y, poco a poco, o a veces con cierta celeridad, se modificaron los paradigmas y las ideas fuerza que mayoritariamente sostenía la sociedad, hasta llegar a lo que es hoy el moderno Estado de Israel: un país en el que predominan la empresa privada y el mercado, y en el que los kibutz y las cooperativas sólo ocupan un pequeño espacio en el aparato productivo porque se ha terminado la fascinación con las ideas del colectivismo democrático.

Esa sí es una verdadera revolución, un cambio profundo, pero una revolución sin golpes militares, sin barricadas, sin muertos, sin imposición arbitraria del grupo de poder o de caudillos iluminados. Una revolución hecha dentro de las instituciones y al amparo de la ley. ¿Se quiere una mayor lección para los latinoamericanos? No hay cambio, por profundo que sea, que no pueda realizarse dentro del Estado de Derecho si predominan la buena voluntad y los valores adecuados.

El aliado estratégico
Por último: ¿qué más es Israel para mí y para cualquier persona preocupada por la supervivencia de la libertad en el mundo? Como se ha dicho tantas veces, Israel es la única democracia existente en esa zona del mundo. Es el único aliado realmente fiable de Occidente en una región económicamente vital para el funcionamiento de las naciones desarrolladas, aunque sólo sea porque en el Oriente Medio se produce la mitad del petróleo que consumimos.

Por otra parte, es posible que el éxito económico y la calidad de vida logrados por Israel como consecuencia, entre otras razones, de su forma de organizar la convivencia, acabe por convertirse en un modelo de Estado exportable a otros países de la región, con lo cual disminuirían los peligros de guerra generalizada.

Hay síntomas de que algunos dirigentes de la Autoridad Palestina radicados en la antigua Cisjordania se dan cuenta de que debe seguirse el muy exitoso modelo de estado israelí, democrático y dentro de las reglas del mercado, lo que los aleja de las autocracias típicas del mundo árabe.

Hay encuestas que confirman que los palestinos prefieren vivir en sistemas democráticos y no en satrapías como las que sufren casi todas las sociedades árabes. Quienes creemos que es conveniente, en su momento, la creación de un verdadero estado palestino con todos los atributos de la soberanía, pensamos que la única garantía de que esa nueva nación prevalezca y prospere, es si surge dentro de las coordenadas de la democracia liberal y la economía de mercado, y con una clara vocación pacifista que se manifieste en el rechazo a cualquier asociación con organizaciones terroristas y con mantener un trato respetuoso y mutuamente satisfactorio con el vecino israelí.

Finalmente, Israel posee numerosos programas de ayuda técnica diseñados para el Tercer Mundo, especialmente en el terreno de la agricultura y la medicina. Uno de los centros de atención más eficientes de cuantos actuaron en Haití tras el reciente terremoto fue un hospital de campaña enviado por Israel con su correspondiente dotación de médicos, técnicos sanitarios y medicinas. Israel no sólo quiere ayudar. Sabe cómo hacerlo. Ésa es otra de las razones por las que merece ser admirado y por las que nos favorece su existencia. Es conveniente no olvidarlo.